El vuelo iba con destino a la Ciudad de Cali, duraba poco menos de una hora el vuelo, pero cuando me ubique al lado de la ventanilla, me acomode en los asientos, abroche mi cinturón y el piloto arranco, la sensación en mi cuerpo fue de libertad, de recargar el alma y el cuerpo, sin embargo solo era el comienzo de la sensación mas extraña que experimento, porque es un pequeño susto, adrenalina y emoción que ocasiona realizar un viaje en avión, es inevitable pensar que este se puede caer y que las posibilidades de sobrevivir son muy pocas, como es inevitable sentirse en otro mundo, en otro espacio, en otro universo al ver esas motitas blancas y ese rayo de sol, ese cielo.
A mis 25 años no sabia lo que era montar en avión y fue así como por una oportunidad laboral se vivió la experiencia, ese día recuerdo que mi jefa viajo en la ventanilla y yo bueno no lo disfrute tanto a la venida me dio la ventanilla, cuando estaba ya cansada y era de noche.
Cuando pude darme mi propio viaje en avión no fue mucho tiempo después, fue en un avión pequeño iba con mi papá y esta vez me hice en la ventanilla, no se si soy la única que se emociona tanto con un viaje en avión, desde el momento en que me siento, hasta el momento que bajo el ultimo escalón al salir, disfruto tanto esa velocidad que coge el avión al arrancar, cuando despega y va elevando su vuelo, esa tranquilidad que se siente allá arriba entre esas nubes, poder visualizar los paisajes y justo ese momento en que aterriza, sintiendo la adrenalina del impacto y el ruido que hacen las llantas al tocar el pavimento, sin dejar a un lado la tranquilidad y seguridad que se siente estando ya en tierra, esa sensación, esas sensaciones, son algo que siempre disfruto en cada viaje.
Esa sensación de viajar, de volar, de estar allá tan arriba, es una sensación que te llena el alma y el cuerpo, te da paz, tranquilidad, te renueva.
Amo esto!.
Eliiana García
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